(Entram o rei Henrique, Westmoreland, sir Walter Blunt e outros.)

REI HENRIQUE.- Estremecidos, pálidos na inquietude, permitamos a nós mesmos respirar aterrorizados um instante único de paz e em breves palavras deixar que anuncie as novas lutas que vão emprender-se em costas distantes. A sedenta Erynne desta terra não mais saturará seus lábios no sangue dos seus próprios filhos; nem a dura guerra atravesará seus campos com fossas e trincheiras, nem pisoteará as tuas flores embaixo dos rudes capacetes dos soldados inimigos. Essas investidas hostis que como os meteóros de um céu turbulento, todos de uma só natureza, todos criados por idêntica substância, chocam-se há pouco na guerra e no furioso encontro de hecatombe fratricida, à frente armoniosamente unidos, se dirigirão a um mesmo objetivo e deixarão de ser adversários do parente, do amigo e do aliado. O peso da guerra não ferirá mais, como a faca mal embanhada fere a mão de seu dono. Por hora, amigos, marcharemos até o sepulcro de Cristo, (cujo soldados foram consagrados a lutar sob sua cruz bendita) hemos de levar os guerreiros da Inglaterra, cujos braços se formaram em seio materno para arrancar esses pagãos das planicies sagradas que pisaram os pés divinos,pregados na amarga cruz, há catorze séculos, para nossa redenção. Esta resolucão foi tomada há um ano e é inútil questiona-lá; iremos! Mas não nos reunimos para discuti-la; vós, gentil primo Westmoreland, conte-nos oque resolveu ontem o nosso conselho noturno a respeito de nossa expediçao.

WESTMORELAND.- Meu senhor, a questão foi avaliada com carinho , quando, inesperadamente, chegou um mensageiro do país de Gales, trazendo graves notícias; A pior de todas é que o nobre Mortiner, que conduzia as tropas do Herefordshire contra o insurrecto, o selvagem Glendower, foi feito prisioneiro pelos rudes punhos desse galense e mil de seus homens pereceram; seus cadáveres, com tão vergonhoso e bestial furor foram mutilados pelas mulheres galenses, que não eram consumidas por vergonha ao repetir ou falar sobre esse assunto.

REI HENRIQUE.- Esta notícia de guerra, segundo parece, suspende nossos preparativos a respeito da Terra Santa.

WESTMORELAND.- Essa e outras, meu Senhor, porque outras novas e infelizes notícias chegaram do Norte. He aquí lo que refieren: el día de la Santa Cruz, el valiente Hotspur, el joven Enrique Percy y el bravo Archibaldo, ese escocés de reconocido valor, han tenido un encuentro en Holmedon; el combate ha debido ser recio y sangriento, a juzgar por el estruendo de la artillería; así lo cree el mensajero que montó a caballo en lo mas ardiente de la pelea, incierta aun la victoria.

REI HENRIQUE.- He aquí un amigo querido y experto, Sir Walter Blunt, que recién baja del caballo, cubierto aun con el polvo recogido en el camino de Holmedon a aquí; nos ha traído agradables y bienvenidas noticias; el conde de Douglas ha sido derrotado; diez mil hombres escoceses y veinte y dos caballeros, bañados en su propia sangre, vio Sir Walter en los llanos de Holmedon. Como prisioneros, Hotspur ha tomado a Mordake, conde de Fife, primogénito del vencido Douglas y a los condes de Athol, de Murray, Angus y Mentheith. ¿No es este un glorioso botín, una gallarda presa, primo?

WESTMORELAND.- En verdad, conquista es capaz de enorgullecer a un príncipe.

REI HENRIQUE.- Si y me entristece y me siento lleno de envidia hacia Northumberland, padre de ese hijo bendecido; un hijo que es tema de honor de la alabanza, árbol selecto de la selva, favorito de la fortuna y de ella querido; mientras que yo, testigo de su gloria, veo el vicio y la deshonra empañar la frente de mi joven Enrique. ¡Oh, si se pudiese probar que alguna hada vagarosa de la noche cambió nuestros hijos en la cuna y ha llamado al mío, Percy y al suyo, Plantagenet! Entonces tendría yo su Enrique y él el mío,... Pero no quiero pensar en él. ¿Qué opináis, primo, de la altanería de ese joven Percy? Pretende reservar para sí los prisioneros que ha sorprendido en esta aventura y me comunica que solo me enviará uno, Mordake, conde de Fife.

WESTMORELAND.- Esa es la lección de su tío, eso viene de Worcester, siempre contrario a Vos en toda ocasión, que lo excita a ensoberbecerse, a levantar su cresta juvenil contra vuestra dignidad.

REI HENRIQUE.- Pero le he llamado para que me de satisfacción; por esta causa nos vemos obligados a suspender nuestros santos propósitos sobre Jerusalén. Primo, el miércoles próximo nuestro Consejo se reunirá en Windsor; avisad a los lores, porque hay que decir y hacer más que lo que la cólera me permite ahora explicar.

WESTMORELAND.- Lo haré, Señor.