En una selva al despuntar del dia
estava Endemion triste y lloroso,
buelto al rayo del sol que, presuroso,
por la falda de un monte decendia.
Mirando al turbador de su alegria,
contrario de su bien y su reposo,
tras un suspiro y otro congoxoso,
razones semejantes le dizia:
«Luz clara, para mi la más escura
que, con este passeo apresurado,
mi Sol con tu tiniebla escureciste:
si allá pueden moverte en essa altura
las quexas de un Pastor enamorado,
no tardes en bolver adó saliste».