Carta de Rosseau (10 de agosto de 1755): diferenças entre revisões

Conteúdo apagado Conteúdo adicionado
Sem resumo de edição
m Foram revertidas as edições de 177.194.67.221 (disc) para a última revisão de Jorge Morais
 
Linha 25:
 
J.-J. Rousseau, cidadão de Genebra.
 
Traducción al castellano
 
Correspondencia de Rousseau (10 de agosto de 1755)
Carta de Rousseau a Voltaire
De Juan Jacobo Rousseau
Campo Elías Flórez Pabón
ceflorezp@gmail.com
 
 
Soy yo, señor, que tengo que agradecerle tantas consideraciones. En respuesta a su generosa oferta que hicisteis a los bocetos de mis sueños, yo no creo que tenga un puesto privilegiado , pero me libero de un deber, y rendirle un merecido homenaje a usted, que todos le debemos, como nuestro líder. Al mismo tiempo, estoy conmovido por la honra que concedéis a mi patria, y comparto el reconocimiento a mis conciudadanos. Tengo una expectativa que el solamente aumentará, en cuanto ellos se beneficiaran de las instrucciones que usted les pueda ofrecer. Enfatiza el refugio que vos escogisteis, y aparecerá un grupo digno de vuestras lecciones, y sabréis que, se pueden pintar bien las virtudes y la libertad, donde aprenderemos a amar por las costumbres así como amamos por vuestros escritos. Todo el que se acerca a usted aprende el camino de la gloria y de la inmortalidad.
 
Veréis que yo no aspiro a que nosotros regresemos a la animalidad, aunque de mi parte, lamente mucho o poco desde que la perdí. Con vuestro respeto, señor, este retorno sería un milagro tan grande que solamente Dios podría hacerlo, y al mismo tiempo sería tan perjudicial que solamente el Diablo podría quererlo. No intente, a continuación, volver a las cuatro patas, pues ninguna persona en el mundo tendría menos éxito que usted. Usted nos enderezará muy bien sobre nuestros dos pies para dejar de apoyarnos en usted. Yo estoy de acuerdo que todas las desgracias persiguen a los hombres célebres en la literatura, y estoy de acuerdo también acerca de dos males inherentes a la humanidad, que parece alejado de nuestro vago conocimiento; los hombres abrirán sobre sí tantas causas de infortunio que, cuando el azar desvía a alguien, ya no son tan felices. Além dijo, existe un progreso de las cosas una lección escondida que el vulgo no distingue, pero que no escapa en ningún detalle de la mirada del filósofo, cuando este se dedica a reflexionarla.
 
No fue Terencio, Cicerón, Virgilio o Séneca quienes causaran los crímenes de los romanos o las desgracias de Roma. Pero si un veneno lento y secreto que corrompió gradualmente al más poderoso gobierno que la historia haya mencionado, ni Cicerón, ni Lucrecio, ni Salustio ni ningún otro de los que haya existido, ni siquiera escrito. El agradable siglo de Lélio y Terencio condujo de largo a un siglo brillante de Augusto a Horacio, y por fin a los siglos horribles de Séneca y de Nerón, de Tácito a Domiciano. Una inclinación para las ciencias y las artes nace en un pueblo a través de un vicio interior que, a su vez, aumenta rápidamente, y sí es verdad que todos los progresos humanos son perniciosos una especie, también y que la vivacidad del conocimiento aumenten nuestro orgullo y multiplica nuestros disturbios, acelerando rápidamente nuestras desgracias. Pero llegará un tiempo en que el necesariamente tendrá que para de aumentar: es este el hierro que es necesario dejar en la herida, con el miedo que aflige a la víctima no terminará arrancado.
 
En cuanto a mí, si tuviese seguido mi primera vocación, y no me hubiese leído ningún libro ni un escrito sería sin duda más feliz. Entretanto, si las letras estuviesen hoy apoyadas en el vacío, yo sería privado del único placer que me queda. Es en su seno que me consuelo de todos mis males. Es en medio de sus ilustres hijos que experimento las locuras de amistad, que aprendo a desfrutar una vida y despreciar la muerte. Yo debo a usted un poco de lo que soy, yo debo a usted mismo honra de tenerle como conocido. Pero consideremos nuestra cuestión, y la verdad de nuestros escritos: porque tienen que esclarecer al mundo y conducir sus ciegos habitantes los filósofos, los historiadores, y los verdaderos sabios, se, como bien dice el sabio Memnon, yo no conozco ¿nada tan loco como un grupo de sabios? Admita entre tanto señor, que si es bueno que los grandes genios eduquen a los hombres, también falta que el vulgo reciba sus enseñanzas. Se cada uno se pusiera en su lugar, ¿quién sería el que iría a recibirlas? Los mancos, dice Montaigne, son inapropiados para el ejercicio del cuerpo, y las almas mancas son para los ejercicios de espíritu inapropiadas también. Pero en este siglo sabio no vemos más de que los mancos queriendo enseñar a los otros a andar.
 
Las personas aceptan los escritos de los sabios para criticarles, y no para instruirse. Jamás vimos tantos Dandins ; o teatro en efervescencia, los cafés resonando sus frases, que superabundan en sus escritos, y yo me inclino a analizar el Orphelin , porque lo aplaudirán con gran pedantería que, que serán incapaces de apuntar sus defectos, y apreciar mal sus cualidades.
 
Investiguemos la primera causa de todos los desórdenes de la sociedad, descubriremos que los males de los hombres vienen más por el error que de la ignorancia y el que nosotros no sepamos nos perjudica mucho menos que lo que pensamos que sabemos. Ahora, ¿cuál es el medio más preciso para satisfacer el deseo de todo querer saber? Si no se pretende saber que la tierra gira, no se puede poner Galileo por haber dicho que ella gira a pensar sobre esta. Si apenas los filósofos reclamaron el título, la Enciclopedia no puede haber tenido perseguidores, si como los hombres no aspirasen a la gloria, usted estaría tranquilo de usted, o por lo menos tendría adversarios dignos de usted. En tanto, no existe mucha sorpresa en sentir las espinas inseparables de las flores que coronan grandes talentos. Las injurias de vuestros enemigos son un cortejo de vuestra gloria, como las aclamaciones satíricas en que se aclamaban a los vencedores. Es el entusiasmo que el público tiene por sus escritos que en el que se producen los robos a sus expresiones; pero como las falsificaciones no son fáciles, porque ni el hierro ni el plomo se mezclan con el oro.
 
Permítame que le diga a usted el aprecio que le tengo por su respuesta e nuestras indicaciones: despreciáis los vanos clamores por los cuales procuran hacerle menos mal que salirse de hacer el bien. Cuanto más lo critican, mas devenle admirar. Un buen libro es una respuesta terrible a una malvada injuria. Ei! Quién osaría atribuirse los escritos que no son suyos, en cuanto ¿continuareis a hacer escritos inimitables? Estoy sensibilizado por su convite, y si este invierno me deja en condiciones de ir en la primavera a mi patria, tomare provecho de vuestra bondad. Pero entonces, más me gustaría beber el agua de su sabiduría que la leche de sus vacas. Y cuando las plantas de su jardín, me temo no encontrar una señal un loto que no es más que un pasto de los animales, o mole que impide a los hombres evolucionar.
De todo el corazón con respeto, etc.
J.-J- Rousseau, ciudad de Ginebra.
 
{{GFDL}}
[[Categoria:1755]]