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SONETOS.
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CLX.

Divina companhia, que nos prados
Do claro Eurotas, ou no Olympo monte,
Ou sôbre as margens da Castalia fonte
Vossos estudos tendes mais sagrados;

Pois por destino dos immoveis fados
Quereis qu'em vosso número me conte,
No eterno templo de Belorofonte
Ponde em bronze estes versos entalhados:

Soliso (porque em seculos futuros
Se veja da belleza o que merece
Quem de sábia doudice a mente inflama)

Seus escritos, da sorte ja seguros,
A estas aras em hũa mão offrece,
E a alma em outra á sua bella dama.



CLXI.

Á la margen del Tajo, en claro dia,
Con rayado marfil peinando estaba
Natercia sus cabellos, y quitaba
Con sus ojos la luz al sol que ardia.

Soliso que, cual Clicie, la seguia,
Lejos de sí, mas cerca della estaba:
Al son de su zampoña celebraba
La causa de su ardor, y así decia:

Si tantas, como tú tienes cabellos,
Tuviera vidas yo, me las llevaras
Colgada cada cual del uno dellos.

De no tenerlas tú me consolaras,
Si tantas veces mil, como son ellos,
En ellos la que tengo me enredaras.